La soledad es una circunstancia que se define por la cualidad de estar solo. Etimológicamente proviene del latín solitas que significa “cualidad de estar sin nadie más”. Asimismo, la soledad es un estado de aislamiento, ya sea voluntario o no, en el cual el individuo se siente solo, por lo que podríamos entenderlo, también, como un estado o percepción subjetiva.
Desde la teoría filosófica existencialista se entiende a la soledad como la esencia del ser humano. Algunos expositores de esta vertiente dicen que es así como la persona llega al mundo y así es como tiene que transitarlo, basándose en la individualidad del ser humano.
Sin embargo, por otro lado pero dentro del mismo paradigma existencialista, reflexionan que los seres humanos se comunican entre sí y con el cosmos buscando el sentido, en su camino, el sentido de la existencia, y que la soledad es el sentimiento subjetivo de estar apartado de ese proceso, o de alguna manera, alienado de uno mismo.
Cuando hablamos de soledad podemos referirnos a muchos tipos de la misma. A nuestro entender, existen dos grandes categorizaciones que engloban las distintas formas de ver al fenómeno de la soledad.
Por un lado, tenemos una categorización que se basa en la manera en que, la persona, vive su estado de soledad:
Se refiere a cuando este estado se vive de una manera creativa, o sea, en pos de el autoconocimiento y el desarrollo personal. Cuando la soledad tiene resultados positivos en la persona, o sea que es propiciadora de una transformación creativa en ella, se la entiende dentro de este subtipo. Muchas veces, la soledad se vincula directamente con la construcción de identidad propia, y se la comprende como fomentadora de la profundidad del espíritu humano.
Cuando la persona vive la soledad en sufrimiento, sin encontrarle el sentido constructivo que puede tener en ella, y se enreda en sentimientos de tristeza y aislamiento, está sumida en una soledad negativa. Estos estados pueden verse acompañados de mucha ansiedad y depresión, por la incomunicación, de una u otra forma, con el otro. También, por otro lado, puede que la soledad sea algo sufrido pero relativamente autoimpuesto, ya que se da cuando la persona le tiene mucho miedo al mundo exterior, a lo nuevo, a lo distinto y al otro, y se resguarda en su propia soledad. En este caso, la persona vive la soledad defensivamente.
Por otro lado, tenemos una categorización más amplia y que engloba varios tipos de soledad, tales como:
- Soledad impuesta: se da cuando, en contra de la voluntad de la persona, se la somete a la soledad o al aislamiento, generalmente como un castigo.
- Soledad voluntaria: muchas veces las personas se auto aíslan para tener momentos o algún período de tiempo sin distracciones externas. Generalmente se hace en pos del autoconocimiento.
- Soledad contextual: a veces, la soledad, se limita a hacerse presente en un contexto específico, mientras que en otro ámbitos de la vida la persona está acompañada. Puede darse en trabajos solitarios o en ámbitos de la vida en los que la persona no puede adaptarse socialmente.
- Soledad transitoria: se da cuando la soledad dura un período de tiempo determinado, incluso, muchas veces, el tiempo de soledad está estipulado previamente por quien la va a vivir. Puede darse en viajes de trabajo, de ocio o también en procesos artísticamente creativos.
- Soledad cronificada: este tipo de soledad es la que se mantiene en el tiempo y pasa a ser un estado normal de la persona. El individuo vive la soledad como normal, ya se acostumbró a ese estado, más allá de que lo viva tranquilamente o en sufrimiento, lo que también dependerá del nivel de consciencia propia que tenga esa persona.
- Soledad existencial: este estrato más filosófico de la soledad se corresponde con las preguntas que uno se hace a sí mismo sobre su propia existencia. Muchas veces se lleva a cabo un proceso reflexivo interno, en el cual la soledad y la duda existencial se entremezclan para preguntarse sobre el sentido de la existencia.
- Soledad patológica: muy parecida a la soledad defensiva que hemos descrito en párrafos anteriores, la soledad patológica se corresponde con un desgaste emocional y psicológico en las personas que la viven, pudiendo desembocar en algún trastorno depresivo. También, por otro lado, existen patologías que aíslan a las personas, como las Fobias Sociales o la Agorafobia, o incluso, algunas psicopatologías más arraigadas a la personalidad que se caracterizan por la soledad defensiva, por ejemplo, el Trastorno Evitativo de la Personalidad o el Trastorno Esquizoide de la Personalidad.
La pandemia que ha generado el Coronavirus ha tenido, y seguirá teniendo un impacto negativo muy fuerte en la salud mental de las personas. Una de las cuestiones que más preocupa por su influencia en el bienestar de la población mundial es la soledad. Mucha gente que vivía solo en su casa, pero que tenía una vida social activa, ha quedado relegado a la soledad de sus hogares. Ésto último ya sea por el miedo, o por las políticas que cada gobierno ha tomado para prevenir la suba de contagios.
La soledad que se generó por el confinamiento mundial está generando estragos en la salud mental y emocional de las personas, y el número de trastornos de ansiedad, depresión, e incluso, suicidio han subido su tasas normales. Incluso, en Japón han creado un Ministerio de la Soledad para abordar el tema de la salud mental y el impacto negativo de la pandemia.
Los adolescentes suelen aislarse, esto se da debido a que comienzan a desarrollar sensibilidad y consciencia. Este dolor que viene con la palabra adolescente, puede llevarlos a sentirse muy solos, en busca de su propia identidad. Aunque puede ser una etapa transitoria y normal, si el sufrimiento y el aislamiento es llevado al extremo, puede que el joven precise de una ayuda de un profesional psicólogo.
Esta etapa de la vida puede conectar con mucha dicha pero también con un gran sufrimiento. La pérdida de seres queridos y el final de la vida, puede llevar a la persona a una condición de aislamiento social y profunda soledad. Es importante que si estamos en ese momento de la vida podamos compartir con alguien nuestros sentimientos. Por otro lado, si conocemos a alguien que está transitando la tercera edad, siendo una amistad o un familiar, nos acerquemos con gestos y compañía afectiva.
La soledad puede llevar a una persona a un estado de ánimo deprimido. También puede suceder que debido a un estado depresivo, nos aislemos y busquemos la soledad. El poder compartir y sociabilizar, por el contrario, aumenta nuestro ánimo y felicidad, esto es debido a nuestra naturaleza gregaria.
Darle un sentido a nuestro sentimiento de soledad y poder transformarlo, será sumamente importante para poder salir de un estado de ánimo depresivo. En caso de un trastorno depresivo grave, siempre es recomendable consultar con un profesional psicólogo. Tener en cuenta que la soledad es un sentimiento interno, generará un alejamiento del mismo y objetividad, haciendo más fácil que lo transformemos.
A continuación les dejamos algunas preguntas frecuentes frente al sentimiento de soledad.
Para poder salir de este estado podemos empezar a conectar con todo lo que nos haga bien y genere disfrute. Poder recuperar nuestras relaciones con las personas, con los hábitos que nos agradan, con todo lo que disfrutabamos, ayudará a salir de ese lugar aislado que sentimos en nuestro interior. Usualmente el sentirnos solos viene de alejarnos de todo lo que nos daba vida y felicidad.
Uno puede estar en pareja y sentirse solo de todas maneras. Querer salir de la soledad por una relación solo nos hará sentir bien por un corto período de tiempo, ya que probablemente haya un problema más profundo para atender.
Claro que la soledad, como explicamos más arriba, puede ser creativa. A veces necesitamos este sentimiento para poder ir hacia nuestro interior y lograr reflexionar sobre quienes somos y qué queremos en nuestra vida.
La soledad puede ser creativa en momentos de introspección, de crisis y de profunda reflexión. De todas formas, al ser seres gregarios, el vivir en comunidad, sociabilizar y compartir la vida siempre genera bienestar y alegría. Poder salir de la soledad puede ayudarnos a mejorar nuestro estado de ánimo y volver a disfrutar de la vida. Si estamos frente a una soledad defensiva, aislándonos o hemos sido conducidos hacia la soledad por un estado de ánimo depresivo, podemos contactar a un profesional psicólogo que nos guíe y nos apoye en salir adelante.