Cuando enfrentamos situaciones difíciles, el cuerpo las asimila como amenazas inmediatamente, mostrando síntomas físicos y psicológicos. Este tipo de alertas puede tener como resultado, una serie de consecuencias perjudiciales para la salud de los involucrados, hasta el punto de conducir a enfermedades irreversibles.
De hecho, se ha demostrado que el estrés desencadena una serie de condiciones y enfermedades que pueden involucrar al sistema neurológico, inmunológico y endocrino. Es por ello que es importante conocer los riesgos que el estrés tiene en las personas, para evitar que tome el control de nuestras vidas.
Y dependiendo de qué tan fuerte o débil sea el sistema inmunológico de cada persona, las consecuencias pueden ser mucho más graves. Es por esta razón que, si el estrés no se controla, puede afectar hasta los pensamientos, emociones y conductas hacia los demás.
Todas las personas han experimentado estrés en algún punto de su vida. Pero no es lo mismo sentirse estresado por llegar tarde a una reunión o perder el autobús, que experimentar estrés crónico. En este sentido, las consecuencias del estrés pueden variar según la gravedad del episodio, destacando:
Estrés agudo: Se conoce como un estrés que dura poco tiempo. Desaparece de forma rápida y puede ser causado por discusiones entre parejas o familia, una pérdida emocional, cambio de empleo, cambio de vivienda o experimentar algún pequeño episodio de violencia.
Estrés crónico: Se trata de un tipo de estrés que se caracteriza por permanecer un período de tiempo más largo. Es mucho más perjudicial, pues logra que el cuerpo produzca en mayores cantidades las hormonas del estrés, lo que deja como consecuencia enfermedades respiratorias, del sueño, reproductivo y cardiovasculares.
Sentir estrés agudo no causa graves problemas de salud, pero puede llegar a ser incómodo. Las personas que lo experimentan y cuentan su situación, ponen el énfasis en las sensaciones de inquietud y miedo que deben vivir. La ansiedad es otra de las peores consecuencias de sufrir estrés agudo constantemente.
Además, las personas con este tipo de estrés pueden tener problemas para concentrarse y pensar con claridad. Suelen experimentar cambios en su apetito y percibir problemas en su peso, así como dolores de cabeza, musculares y de estómago. También pueden tener problemas para conciliar el sueño y descansar adecuadamente.
Ahora bien, sentir estrés crónico puede llevar a problemas de salud mucho más graves.
A largo plazo, el estrés produce problemas en la piel como lo es el acné y la psoriasis. De igual manera, provoca la caída en gran volumen del cabello, disminución de la libido, descontrol en el período menstrual, gastritis e irritación del intestino grueso. También puede producir úlceras, depresión y la alteración en el ritmo cardiaco, lo que puede causar un infarto.
En cuanto a los síntomas físicos del estrés, se pueden resaltar la sudoración excesiva, dolor de cabeza, pérdida del apetito, desmayos, calambres, dolor de pecho y espalda. Sin embargo, también es importante resaltar las reacciones emocionales que provoca el estrés, como lo es la ira, fatiga, irritabilidad, inquietud, pérdida de memoria, problemas de concentración y depresión.
Si bien el estrés puede ser una reacción natural del cuerpo ante situaciones incómodas, es importante identificar cuándo es pertinente buscar ayuda. Se recomienda llamar a un especialista si se siente que el estrés está afectando la salud y no se puede controlar por cuenta propia.
Recuerda que hablar con un profesional acerca de tus emociones puede aliviar tus síntomas de malestar. De esta forma, dejarás de reprimir el dolor, la ansiedad y la tristeza que en algún momento afectaron tu vida de forma negativa, causando daños a través de enfermedades. No dejes que el estrés controle tu vida y tu salud. Mantente lo más sano posible, hablando con un psicólogo de prestigio.