La represión es un mecanismo de defensa secundario, esencialmente esta defensa tiene como objetivo olvidar e ignorar algún hecho o aspecto de manera motivada. Es decir, cuando somos conscientes de algo que no queremos sacar para el exterior, lo forzamos a que quede lejos de la conciencia y que pase de manera deliberada al inconsciente. Lo que reprimimos comúnmente es una experiencia mediante el afecto que desenvolvió el evento y con las fantasías y pensamientos
asociadas a este experiencia.
Cabe destacar que no todo lo olvidado es reprimido, solo se considera que algo es reprimido si se tiene evidencia de que esa emoción o, idea o percepción se ha vuelto inaccesible para la conciencia debido a su capacidad de generar un malestar en la persona.
Este mecanismo de defensa secundario fue el primero en fascinar a Sigmund Freud que además de ser uno de los principales autores sobre este tema desarrollo mucha información y teoría sobre este mecanismo. Lo descubrió con sus primeras pacientes que sufrían histeria, donde no había un problema biológico, sino psicológico. Las pacientas sufrían una represión tan profunda, con traumas infantiles, los cuales terminaban por somatizar en el cuerpo sin voluntad de la consciencia.
A continuación desarrollaremos un análisis del motivo por el cual es tan común reprimir nuestros afectos, experiencias, emociones y pensamientos.
Usualmente nos vemos involucrados en situaciones dolorosas y por eso es tan común reprimir. Algunas de estas pueden ser:
-Abuso de algún tipo
-Abandonos
-Situaciones humillantes
-Situaciones que nos dejan vulnerables
-Conflictos diversos
Al ser un conjunto de representaciones, imágenes y sentimientos almacenados en el inconsciente, este mecanismo actúa como una barrera que expulsa o empuja de la conciencia a los recuerdos e imágenes que no son aceptadas por nuestra conciencia o como se conoce comúnmente en el psicoanálisis por el Yo.
Al suceder esta expulsión, este conjunto de recuerdos se va directamente al inconsciente. Los sentimientos que acompañan a la represión quedan congelados. No se pueden expresar ni deliberarse adecuadamente y difícilmente pasan al plano simbólico ya que justamente se estancan demasiado en nuestro lado no consciente.
Tenemos que entender que la función de los mecanismos de defensa es justamente defendernos, por eso hay que entender que la represión tiene una función esencial en nuestro psiquismo.
En algunos casos se cree que algunos contenidos que reprimimos se transforman en ansiedad y en angustia, también en rabia o en ira, ya que al no poner de manifiesto nuestros afectos, muchas veces nuestro inconsciente lo cobra por otro lado. Y si claramente todos callamos algo sea por la razón que sea y es por eso que el mecanismo de defensa de la represión es tan común y tan incomodo para todos.
Es común, que también la represión genere causas a nivel de malestar físico y biológico, ya que todo está conectado con nuestra vida afectiva y emocional.
Recuerda que si algo te está afectando demasiado puedes buscar ayuda psicológica para aliviar estos síntomas.
A continuación estaremos describiendo algunos desencadenantes que genera la represión, reforzaremos lo que veníamos hablando en el anterior apartado.
Se cree que la ira es uno de los principales desencadenantes de la represión y se asocia con la inaceptación de algún aspecto de tu personalidad o de tu forma de ser.
Por ejemplo: no aceptar un fracaso, una derrota, entre otras cosas.
Al no canalizar la ira y guardarnos o no saber aceptar una derrota, se generan estos sentimientos de odio, rencor e irritación que nos terminan consumiendo por dentro y generándonos malestar psicológico.
Algunas de las consecuencias que nos genera este tipo de sentimiento son:
- Resentimiento
- Culpa
- Insomnio
- Tensión
- Estrés muy alto
- Impaciencia
- Frustración
Poder conectar con lo reprimido, puede ser muy liberador. Para atravesar los mecanismos de defensa y generar consciencia, es importante acudir a un profesional psicólogo, ya que es muy difícil acceder a contenidos inconscientes sin la ayuda del mismo. Por otro lado, compartir lo que nos sucede y poder liberarlo siempre genera sanación.