Durante décadas la parálisis del sueño ha estado asociada a mitos, leyendas y demonios. Mientras que el íncubo se convertía en la mayor pesadilla de las mujeres, el súcubo atemorizaba a los hombres. No obstante, más allá de toda esta mitología medieval, la ciencia ha encontrado una explicación que, lejos de desplazar a estas figuras del colectivo popular, les da un nuevo significado para explicar los orígenes de este trastorno del sueño.
Tan breve como aterradora, la parálisis del sueño es una de las más indeseadas visitantes nocturnas. Su presencia viene acompañada de la imposibilidad de movernos, y mucho menos de pedir ayuda, mientras permanecemos en el limbo que se encuentra entre el sueño y la vigilia. La sensación de que alguien o algo ha decidido descansar sobre nuestro pecho se hace presente, al tiempo que la angustia se apodera de nosotros.
Por más que intentemos enviarles a nuestros músculos la señal de que se muevan, permanecen tiesos como una roca. Por mucho que hagamos el esfuerzo por gritar, no saldrá siquiera un hilo de voz de nuestra garganta.
Estamos atrapados.
Lo más desesperante de la parálisis del sueño es que nos encontramos conscientes de nuestra incapacidad y, para empeorar el asunto, nos ataca por la noche, cuando más indefensos estamos.
Como consecuencia, los breves instantes durante los que permanecemos a la merced de una fuerza cuyo origen y propósito desconocemos, se torna inolvidable.
La parálisis del sueño no es peligrosa en sí misma. Incluso al provocarnos una opresiva sensación de asfixia, esta no es más que el reflejo que deja el aire al salir de nuestros pulmones sin que podamos utilizarlo para poner en marcha nuestras cuerdas vocales.
Sin embargo, aunque no represente un riesgo de asfixia ni de paro cardíaco, la parálisis del sueño puede convertirse en una amenaza para nuestra salud mental, ya que podría ser la causante de futuros cuadros de ansiedad.
La causa detrás de la parálisis del sueño es una desincronización en los mecanismos encargados de regular los ciclos del sueño. Cuando se produce un desajuste en la fase REM (movimiento ocular rápido), la consciencia se desconecta de los músculos, por lo que nos resulta imposible controlarlos.
Antes de caer profundamente dormidos, el cerebro le envía a nuestros músculos la orden de permanecer relajados. Esto evita que el cuerpo tenga actividad muscular durante el sueño. Al despertarnos, la orden que debe enviar el cerebro a los músculos es precisamente la contraria: la de activarse. El problema se genera cuando se produce una falla y el cerebro no logra emitir la orden. Por lo tanto, la consciencia se vuelve cada vez más activa, lo que nos hace pasar del estado entre el sueño y la vigilia a una consciencia cada vez más vívida y lúcida, mientras que nuestros músculos no pueden responder debido a que el cerebro no les envió la orden para que lo hagan.
Por otra parte, no podemos olvidar que la experiencia consciente es el resultante de la mezcla entre nuestro mundo onírico, nuestros temores y el entorno que nos rodea, el cual, en el caso de momento del sueño, es una habitación oscura, lo que puede detonar la aparición de criaturas imaginarias que viven en la consciencia colectiva.
Además de ello, lo cual no tiene una razón específica, se ha encontrado que las personas que se privan de un sueño adecuado, son más propensas a padecer este trastorno del sueño.
Hasta el momento, no existe un manual clínico comprobado que nos ayude a evitar de manera meticulosa la parálisis del sueño. Sin embargo, debido a que se han encontrado algunos factores como eventuales causas de este trastorno del sueño, lo que se recomienda para reducir las posibilidades de sufrirla es:
Dormir la cantidad suficiente de horas al día
Reducir el estrés
No tomar ni exponerse a estimulantes (café, pantallas) antes de dormir
Evitar cenar copiosamente
Establecer un horario para el sueño
Practicar meditación y mindfulness
Aquí te dejamos un artículo que te enseñará cómo evitar el insomnio en siete pasos.
En algunos casos, las personas que sufren parálisis del sueño padecen alucinaciones. Entre las más comunes, se encuentran las siguientes:
Visualización de criaturas monstruosas dentro de la habitación
Personas paradas en la puerta de la habitación
Animales en tamaños muy diferentes a los reales
Sensación de ser arrastrados fuera de la cama
Oír susurros al oído
Sentir la voz de seres queridos fallecidos alertándonos acerca de un peligro
La ciencia ha encontrado una respuesta a estas alucinaciones: se trata del resultado de un mayor flujo de sangre hacia el área más irracional del cerebro. Es decir, este sector resulta estimulado por la llegada de una cantidad de sangre inusual, por lo que se activan nuestras fantasías y temores más ocultos.
Los episodios de parálisis del sueño son muy breves. Su duración se extiende desde algunos segundos hasta dos minutos.
Los episodios de parálisis del sueño desaparecen por sí solos, pero si queremos salir del mal momento de manera más rápida, solo tenemos que racionalizar lo que nos está sucediendo. Si nos mentalizamos que no estamos siendo acechados por criatura alguna, que es el producto de una desincronización entre nuestro cerebro y nuestros músculos, y tan solo nos faltan unos pocos segundos para que desaparezca, recobraremos la movilidad antes de lo esperado.
Si tus episodios de parálisis del sueño se hacen más frecuentes, consulta con nuestro equipo de psicólogos especializado en ansiedad.